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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

sábado, 9 de septiembre de 2017

HUYAMOS LEJOS DE TODO








Todo va bien o mejor pues millones de españoles y extranjeros han aprovechado las vacaciones para generar caja en hoteles, restaurantes, gasolineras, autopistas, chiringuitos de playa, y de paso crear miles de puestos de trabajo instantáneos que se esfumaran tan pronto pase la ola de ciudadanos ansiosos por salir de sus casas, de su rutina, de aguantarse mutuamente dentro de cuatro paredes harto conocidas.

No importa aguantar cientos de kilómetros de caravana, sufrir los rigores del tiempo que nunca es previsible. Te asfixias, puede llover y te calas hasta los huesos, pero a quien le importa.

Este año ha habido suerte y todos estamos contentos pues el clima ha respondido con días de sol, temperaturas cálidas y millones de desplazados llenando las arcas vacías de lugares ansiosos por recibirlos.


Un pero, mas de doscientos ya no disfrutarán de otras vacaciones pues se han ahogado batiendo los peores records que se recuerdan.
Formarán parte de una estadística siniestra que va aumentando año tras año.


Vamos a la playa, a la montaña, al apartamento, a New York, 
Italia, o cualquier lugar en el que podamos olvidarnos de la pesadez cotidiana de aguantarnos en casa, en la oficina, en el trabajo, cuando lo hay, o simplemente sumergirnos en un ambiente distinto que nos propicie un ansiado y efímero cambio.

Quince días de descanso o incluso treinta en los que el ansia general es huir, escapar, evadirse, viajar, o visitar aquel lugar que tenemos siempre pendiente de ver.
Los menos son los que efectivamente descansan quedándose en su sitio, no escapando, simplemente paseando por calles y parques vacíos en los que reina el silencio.


¿Le gusta a alguien el silencio?.

Los edificios  quedan deshabitados y los cacos hace su agosto, nunca mejor dicho pues suele ser el mes de más asaltos a domicilios abandonados por sus habitantes en busca de ¿que?, a si descanso.

En el mío por ejemplo dos vecinos a lo sumo estaban en sus casas, o quizás incluso menos pues el cartero siempre llama y ha llamado aquí, y si en algún momento los dos vecinos coincidimos en salir de paseo justo en ese lapso de tiempo el edificio permanece absolutamente vacío a merced de cualquier evento inesperado.

En previsión he cedido a las circunstancias y lógicamente instalé una alarma que ni idea si sirve para algo o no,  será mejor no tener que saberlo.

Antaño se disparaba la alarma de alguna fábrica u oficina y permanecía sonando durante los cuatro días de semana santa o los treinta del verano con lo que la bulla era permanente.

Aquellos tiempos ya pasaron, las alarmas suenan de otra forma y son las multinacionales de la seguridad las que so ocupan del evento.

¿Cuantos edificios habrán quedado sin sus habitantes?.


Difícil de imaginar aunque supongo que muchos, demasiados, demostrando la general estupidez de un huida masiva huyendo de la rutina cotidiana que nos empuja hacia cualquier parte.

Por necesidad me toco estar en un lugar de playa durante cuatro años mientras construían mi casa. De ciento cincuenta mil habitantes durante el invierno se pasaban repentinamente a millón y medio en semana santa o en Julio/Agosto.

Un alfiler que cayera de punta sobre la playa no se clavaria en la arena, lo haría en la carne de algún bañista o a lo sumo en su toalla.
Un auténtico infierno que duraba seis o siete días y del que deseaba evadirme como fuera. 
La solución siempre era hacer compra para muchos días y no pisar un comercio ni por supuesto la orilla del mar en los muchos días álgidos de invasión masiva.

Cuando llovía daba pena ver a tantísima gente desorientada, sin saber que hacer, refugiándose en algún bar y mirando el cielo por ver si escampaba.
No habrían estado mejor en sus casa, me preguntaba, sin hallar una respuesta razonable.


Se fomenta e interesa que todos salgan, que gasten, que se genere consumo masivo.
Dicen que así la economía crece, los trabajos (efímeros) aumentan y luego te apabullan con cifras de llenos al ciento por ciento.


++++++

Maravilloso, medito o pienso, que bien se está en casa, en mi ciudad, paseando por parques desiertos o aparcando donde a uno le venga en gana y ver una buena película sin ningún agobio multitudinario.

Todo esto si el espantoso calor del verano lo perimite pues este ha sido de record.

A la vuelta de las ansiadas vacaciones comienzan los divorcios.
Hoy 9 de Septiembre comentaban en algún medio que Septiembre es el mes en el que mas divorcios se producen en todo el año.
El triple o mas de la media de las parejas eligen Septiembre para separarse o divorciarse que viene a ser lo mísmo.

La convivencia, intensa en las vacacones, hace aflorar los problemas larvados que la rutina cotidiana esconde.
Tu vas a trabajar, yo tambien, los niños van al colegio, casi no nos vemos y cuando llega la noche todo el mundo está cansado y ve la televisión sin hablar, sin pensar.

Llega "el descanso" no hay que ir al trabajo, no hay colegios, no hay nada de que hablar, el aburrimiento de la pareja, tiempo para pensar, y al retornar en Septiembre.....el divorcio.

Ciertamente da que pensar la fragilidad de las relaciones humanas que unas vacaciones son capaces de destruir con tanta facilidad.

Tampoco es de extrañar pues mi gato se mea en mi cama cuando hago un pequeño viaje y se queda sin su tutor, da igual que venga alguien a cuidarle, me quiere a mi y espera a manifestar su enfado meando en mi cama cuando regreso.

Menos mal que no puede divorciarse y tras unos dias todo vuelve a la normalidad.







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